Volanta: 23 de Octubre, elecciones presidenciales nacionales.
Título: Día de votación en la Escuela N° 21
Bajada: Más de 3000 personas se acercaron a la escuela n° 21 del barrio de Saavedra para emitir su voto. Un día visto desde las urnas.
Los relojes de los presentes marcaron las 6 de la
tarde y con un “Vamos todavía!” hubo un unánime aplauso en la escuela número 21
en Saavedra por la finalización de un día agitado de votación.
En la mesa 5487, una señora de blusa roja y cara de
dormida, tras un largo bostezo, sonrió al comprobar que la puerta del colegio
ya se encontraba cerrada. Lo mismo sucedía con las mesas 88, 90 y 93, salvo que
ninguno de ellos usaban blusas rojas. Algunos sí tenían caras de dormidos. Casi
todos los presentes estaban sonriendo, esperando los resultados. Representantes
de distintos partidos políticos, charlaban, tomaban mate, discutían, se reían y
miraban a los fiscales de mesa a que contaran los votos de la gente. Todos los
presidentes de mesa, con el ojo puesto en sus urnas para que ningún oportunista
intente desviar la opinión de quien se había acercado a sufragar.
El aplauso general siguió por unos minutos mientras
sucedía todo esto. Próximamente se contarían los votos y se sacaría un
resultado. No se veían porcentajes ni tendencias, ni periodistas opinando, ni
analistas políticos, ni artistas. Solo maestros y gente que vivía por la zona.
Era el detrás de escena. Era el reconocimiento de la voluntad para quien quería
ayudar en estas elecciones. “Un aplauso
para todos los aquí presentes!” dijo la señora de la mesa 87, y se aplaudió
nuevamente, pero con menos intensidad que antes.
En la mesa 5492, con el mate en mano y la alegría de
haber pasado la primera experiencia en una mesa de votación, mientras aplaudía
por segunda vez y miraba su urna, el joven de
27 años de camisa blanca y pantalón verde, presidente de mesa, aguardaba
ansioso el conteo de los votos de la mesa.
Había chequeado los documentos de los votantes,
firmado y sellado en las últimas hojas del DNI, y mirado el estado de las
boletas dentro del aula. Había sellado
también las manos de los más chiquitos, que iban junto a sus padres a dar su
voto. “Yo quiero sellito” dijo una nena rubia de tres años con dos colitas y la
remera de backyardigans color rosa. Puso la manito en la mesa, puso cara de
hacer fuerza mientras se la sellaban y se fue feliz por el patio dando pequeños
saltitos. La mano la mantenía en alto. Varias personas miraron ese momento y
suspiraron de ternura.
El lugar comprendido entre diez mesas de votación,
desde la 5486 a
la 5495, ahora vacío, había visto más de tres mil personas para emitir su opinión
en las urnas desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde.
Era el día de votación. Era el día en que 30 millones
de personas alrededor del país hablaron a través de la urna. Era la
historia en el colegio n° 21 de Luis María Saavedra.
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